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  • Teresa Chávez

La Voz del Dolor en el Silencio


El presente texto fue escrito en 1998, durante uno de los viajes de la autora a los territorios Zapatistas, han transcurrido ya 22 años y el contenido sigue teniendo vigencia.

 

En mi estar aquí, alcanzo a escuchar la voz del dolor en el silencio; es una mirada oscura llena de significado. Yo, al querer abarcarla me dispongo a comprenderlo todo y las raíces de la tierra se adhieren a mi mente mostrándome miles de historias que devienen en una sola.

Avanzo hacia adentro del camino-raíz-ojos y me topo con la roca del tiempo, la que se ilumina haciéndome parpadear y me incita a ver el paisaje de su rededor…

Volteo la vista y veo a una mujer inclinada sobre su propia imagen reflejada en el espejo del río, pero su reflejo es borroso; el agua se mueve demasiado rápido. Pero ella se esfuerza por darle forma en su imaginación. Levanta la cabeza y mira el exterior como buscando respuestas. Es ahí cuando me veo en sus ojos; mi buscar respuestas junto con ella, en ella, y es que su mirada parece conocer más de fondo lo que la tierra dice, en ella escucho el eco de palabras antiguas e historias de pasos dados desde hace mucho tiempo en éstas mismas tierras. Pongo atención y alcanzo a ver la sombra de la injusticia formando parte de esos mismos pasos.

Me voy siguiéndolos, recorriendo la historia, y de pronto me veo envuelta en una guerra que no puede dejarme intacta.

Dentro de esa guerra vuelvo a divagar en las preguntas… de pronto me encuentro con una mujer que lleva el rostro cubierto (excepto los ojos), por un pañuelo y sus brazos sosteniendo un arma, me mira y me doy cuenta de que es la misma mujer de tiempo atrás, su misma mirada, pero que ahora parece más segura, la misma historia arrastrando; la misma voz de dolor e injusticias acumuladas en el silencio.

Ahora, esa mirada me señala a todos los hijos que la Justicia y la Libertad abrazarán en su seno. La esperanza firme en un futuro digno.

La fuerza de esa voz me golpea haciéndome recordar las vidas pasadas que me han dado vida, la historia de las mujeres anteriores y las venas que nos unen.

Es entonces cuando veo a esa mujer formándose en mil, en millones, cada una diferente pero sin embargo todas formando una misma voz, un mismo brazo, el de la gran mayoría excluida de los programas elaborados por el dios-hombre, por el padre, el gobernante, el maestro dictador y adoctrinador de la mayor parte de la historia. De la historia conocida.

Desde el lugar en el que me encuentro y desde mi manera diferente de ver la vida, alcanzo a escuchar la voz del dolor en el silencio, que me habla de los sueños de todas las mujeres del mundo, que devienen en un mismo sueño.

Mirada tras mirada forma el cuerpo del dolor y las injusticias acumuladas, tantas y durante tanto tiempo, tanto que no puedo pasar desapercibido. Ese cuerpo habla por sí mismo, con su sola presencia, y me insinúa a mí misma.

Publicado en la revista “Margen” No.2, marzo-abril de 1998.


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