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  • Germán Hernández

Nick Cave en Montréal


Como parte de su gira por Norteamérica, Nick Cave and the Bad Seeds se presentaron el pasado 29 de mayo en uno de los recintos musicales clásicos de Montréal : El Métropolis. En esta ocasión, la idea era promocionar su más reciente producción, Skeleton Tree, y su nueva compilación de singles, Lovely creatures. Antecede también a esta serie de conciertos la presentación, en Septiembre pasado, del documental One more time with feeling, el cual, además de contener el making –off de la realización de Skeleton Tree, narra la aventura emocional que envolvió a la familia Cave ante la pérdida de su hijo Arthur, acaecido en julio del 2015.

En el documental, podemos ver a un Cave abierto, vulnerable y vulnerado, sin defensas de por medio. En el disco, se respira la ausencia de Arthur. La sensibilidad a flor de piel, en ese estilo y prosa particular de Cave. Con tales preámbulos, verlo en vivo era imperante. La cita fue el 29 de Mayo. El lugar, El Metropolis, en Montreal, Québec. Un lleno impresionante. Unas 1,400 personas congregadas para disfrutar a Cave y los Bad Seeds. El momento llegó y las primeras notas de Anthrocene se dejaron oír. Una entrada tranquila, una voz fuerte, casi a capela, predominando la sala y preparándonos para lo que venia . Jesus alone, la siguiente canción, aparece y atrae una gran ovación. El Skeleton tree comenzaba a tomar forma, y de qué forma. Nick se acercaba a la gente, se movía por el escenario, se sentaba al piano y comenzaba a oírse Magneto. La voz de Cave en el ambiente tenia claridad y fuerza. Los Bad Seeds por su parte, magníficos, precisos, minimalistas y virtuosos. Cambiaba ahora el ritmo a Higgs boson blues, en una versión semi-acustica, pero que dejaba aparecer algunos destellos del Cave de Birthday Party, histriónico, hiperactivo, con una presencia enorme en el escenario. Un atisbo de caos se dejó ver con From her to eternity, en una versión más cercana a Neubaten, que a la tradición de los Bad Seeds. Al final, el apocalipsis musical de Tupelo; ruidísmo y distorsión acompañada de imágenes del ojo de un huracán tocando tierra. Una versión noise , abrasiva, distorsionada, enorme, Cave mostrando que sabe llevar la batuta. Un despegue enorme, desbordando emociones. Un respiro era necesario, pero Cave no daba tregua.

Cambio de ritmo con Jubilee street, seguida de The ship song, para después, con Cave al piano, darle paso a Into my arms, esa gran plegaria de amor y gratitud. Girl in amber fue la siguiente creando otra vez una atmosfera densa y excelsa. I need you vino a completar ese ambiente de sensibilidad, de nostalgia. Y nuevamente otro cambio de ritmo. Suena entonces Red right hand y su caracoleo. Cave era el dueño del escenario. Se movía, bailaba, saludaba a los fans. La gente lo veneraba como al viejo gurú musical que es. Todo estaba puesto en la mesa, íbamos por más, por lo mejor. Llega The Mercy seat con una fuerza increíble; una versión enorme, más ambient-noise industrial. Fuerza y distorsión, en cada estrofa de los coros, repetitivos interminables y ruidosos, llevándonos a un éxtasis sin fin. Todo estaba dicho, todo estaba hecho. Era momento para otro cambio de ritmo. El ambient etéreo de Distant sky comenzaba a sonar, proyectando la imagen de Else Torp, la soprano danesa que aporta su voz al tema, seguida de Skeleton tree, el tema que titula al album. El encore era obligado y regresan con otros cuatro temas : Rings of Saturn, Mermaids, Stagger Lee y cierran majestuosamente con Push the sky away. Tremenda noche, totalmente satisfactoria. Nick Cave and the Bad Seeds se adueñaron de la noche, demostrando que 30 años de carrera son más que suficientes para estar en la cima y hacer un gran evento.

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