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  • Sergio Fong

F.H.


A media noche a medio blues - Edgardo Badial

Recorrer el mundo en camión. La vida misma se tira en el estómago urbano y a veces las historias humanas salpican como dardos punzantes.

Leí en una revista un suceso narrado por Martín Luther King sobre la Señora Rosa Parks y la discriminación racial. De cómo desobedeció las reglas urbanas y sociales estipuladas por los blancos. Que por no atender la orden del conductor, de dejar libre el asiento destinado a los blancos, fue encarcelada.

Desde que leí esa historia al treparme al minibús siento la actitud mecánica del chofer. Los pasajeros: en verdad mueren en el transcurso de su viaje. Y miro la galería de monos con quien comparto ese momento funesto. En estos últimos días mi cpu ya no retrata, a través de los cristales, los segmentos urbanos que me permitía observar como flashazos en sus paradas continúas. Ahora me atrapa el olor a manzanilla que transpira una flor diurna que oculta su mirada tras unas gafas negras. Su cuerpo irradia una luz que la corona. El conductor la mira siempre por el retrovisor. Pienso en la Señora Parks: costurera, atractiva, negra, valiente. ¿Cómo expresar el valor y el coraje de su piel y a la vez el dolor y el sufrimiento de la discriminación? ¿Su voluntad y decisión? ¿Cómo interpretar su desarticulación mental y no perder la cordura, su lucidez para mandar a la mierda la estructura de poder anquilosada en su pensamiento y su genética?

El camión ruge entre las viseras de la ciudad. Me acercó al espécimen. Puedo creer lo que veo: su metamorfosis. Se ha implantado una nueva piel y una cabellera rubia. Es tierna por dentro y tripea su belleza. Pero ante mi presencia irriga veneno como defensa, ¿Dónde compra esa fragancia? Me muestra sus colmillos como una rata y emite un sonido grotesco, tiene miedo, saca sus pezuñas. ¿Dónde radica su enfado, su alerta? Esta propensa a ser atacada y sus antenas se erizan. Es amorfa, pero desprende sentimientos incrustados a control remoto. Ya no pienso en Rosa Parks, sería inútil demostrar que su ira radicaba en sus ansias de libertad y de ser respetada como un ser humano. Que esa actitud de valentía era el espíritu de generaciones de hombres y mujeres negros que estaban por nacer en una prisión enorme, sólo para servirles a los blancos. Ahora pienso en esa masa amorfa que viaja en el camión y que esta dispuesta a matarme si me acerco más. Estoy encantado con el personaje, incluso lo puedo recrear o mantenerlo en ese estado metamórfico; zoourbano.

Me intriga saber si tiene algún nombre o sólo se comunica por celular. Hasta hoy, creo que nuestra relación ha avanzado. Siempre me bajo antes que ella, y al final del viaje le lanzo la última mirada, en esta ocasión se abrió una sonrisa como flor de papel de la mascarita que pende amarrada a su pubis.

Ya no lo pienso, definitivamente, hubiera sido más interesante encontrarme con la Señora Parks el día que reventó la conciencia de la raza negra.

Publicado en En Veces (primera temporada) 26 de enero de 2010.

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